Blanca villa de pétreas torres, Jerez de los Caballeros es una de las últimas poblaciones españolas en Badajoz antes de cruzar la frontera con Portugal. Rodeada de dehesas donde plácidamente engordan los mejores cerdos ibéricos, esta pequeña población de unos 10.000 habitantes es hoy un remanso de paz que ha conocido más de un conquistador ajeno y propio. El visitante que llegue a Jerez de los Caballeros encontrará historia, encontrará arquitectura y, por supuesto, encontrará uno de los mejores productos de la gastronomía de España, el Jamón Ibérico.
Tan al sur y tan al oeste de la Península, las tierras de Extremadura han visto pasar por sus campos a fenicios, romanos (Jerez, a secas aquí, se encontraba estratégicamente situada entre Itálica y Emérita Augusta) y a los invasores árabes.
Fueron los caballeros templarios los que apoyaron la reconquista de la ciudad y en ella se establecieron, mejorando y ampliando la antigua Alcazaba musulmana para convertirla en la Fortaleza Templaria que hoy se puede visitar libremente.
Menos libre fue la Orden del Temple, que por su creciente poderío económico y militar era objeto de preocupación para monarcas e Iglesia y fue disuelta por el Papa en 1312.
Una de las torres de la fortaleza templaria de Jerez de los Caballeros evoca aquellos acontecimientos con una leyenda, en la que basa su nombre. Se dice que los últimos caballeros de la orden se refugiaron en ella para hacer frente a las tropas que les iban a prender.
Los templarios no se rindieron y fueron degollados en la Torre del Homenaje, lo que hoy se conoce popularmente como la Torre Sangrienta, en la muralla de Jerez.
Que nadie tiemble ante la idea de visitarla, la Fortaleza Templaria disfruta de una gran explanada (en uno de sus laterales se ubica el Ayuntamiento) y tranquilos jardines, con espectaculares vistas de 360ª a Jerez de los Caballeros y los paisajes de Extremadura.
Pero en la villa hay otras torres menos sangrientas, menos belicosas. Las Torres de Jerez de los Caballeros destacan en el horizonte de casas bajas y son las de cuatro iglesias distintas que bien merecen una visita.
La entrada principal de la Iglesia de San Bartolomé tiene tanto colorido, tanto brillo, tanto azul que compite con el del cielo. De hecho me recuerda a los azulejos de Lisboa, lo cual es trágicamente irónico pues el Terremoto de Lisboa derribó la torre original y fue en 1759 cuando se terminó de construir la nueva y barroca que la sustituyó.
Basada en una ermita del siglo XIII, aparece documentada la “nueva” iglesia a finales del siglo XV. El interior es sencillo, pero con dos peculiaridades, un precioso órgano cuyo dorado recubrimiento contrasta con el blanco y el gris que le rodea, y una de las pocas figuras de un demonio (encadenado, eso sí) existentes en España dentro de una iglesia.
La céntrica Iglesia Arciprestal de San Miguel Arcángel destaca en el horizonte de Jerez de los Caballeros por una causa poco estética, que su barroca torre se haya cubierta por una malla protectora.
Pasando por alto ese detalle, el abigarrado interior dista mucho de parecer al encalado y blanco exterior. Barroco como la torre, en él encontramos un templete de tres caras y con los cuatro evangelistas presentes. Sobre el coro, hacia la izquierda, si nos fijamos en la pared encontraremos vestigios de los daños causados por el Terremoto de Lisboa.
Santa María de la Encarnación tiene la torre más discreta de Jerez de los Caballeros pero también goza, gozamos, del privilegio de que es el punto más destacado (y fotografiado) del Castillo Templario, pues se encuentra cerca de este y por debajo del nivel de su patio.
Datando del siglo XVI, es la más antigua de las iglesias de Jerez de los Caballeros, aunque hay que basarse en la alta probabilidad de que se construyera sobre un templo previo, de origen visigodo.
De la Iglesia de Santa Catalina no voy a destacar precisamente su torre, por muy bonita que sea, sino su interior.
Al contrario que los otros templos, esta iglesia tiene una sola nave, sin columnas, por lo que se goza de un espacio diáfano para admirar la belleza del retablo.
A uno de sus lados hay una muy venerada imagen de la virgen que, cuando visité la iglesia, fue temporalmente tapada por una tela mientras procedían a cambiarle la ropa por otra distinta.
El Salón del Jamón Ibérico de Jerez de los Caballeros se viene celebrando cada primavera desde hace más de un cuarto de siglo. El día 3 de mayo comenzará la XXIX edición de un evento que es una oda a uno de los productos más preciados de la rica gastronomía de España.
El Jamón Ibérico de Bellota es el que procede de los cerdos ibéricos más mimados, los que se alimentan exclusivamente de hierba y bellotas, campando a sus anchas por las dehesas. Y a ese delicioso producto está dedicado el Salón del Jamón Ibérico de Jerez de los Caballeros, que este año se celebra del 3 al 6 de mayo.
Con ediciones anteriores que han llegado a los 30.000 visitantes y 150 expositores, quien visite Jerez estos días encontrará degustaciones de jamón ibérico, jornadas profesionales, actividades lúdicas y un reputado concurso de contadores de jamón, entre otras actividades programadas.
Pero el summum del Salón será el Concurso “Jamón de Oro”, en el que un jurado de profesionales de la gastronomía y expertos en el Jamón Ibérico decidirán cual es el mejor de los jamones presentados.
Tendrán en cuenta la raza, la presencia exterior, la facilidad con que se realiza el corte, el aroma del jamón, el sabor y, por supuesto, la alimentación en bellota, para decidir cual es el mejor jamón del Salón del Jamón Ibérico de Jerez de los Caballeros.
La Gastronomía en Jerez de los Caballeros hace gala de los productos de la tierra. pero al igual que podéis encontrar sitios donde se aferran a las recetas tradicionales, también hay hueco para reinterpretar a los clásicos.
El dulce típico de Jerez de los Caballeros se llama “bollo turco”. Está elaborado a base de almendras huevo y azúcar y es un claro ejemplo de la herencia gastronómica de los tiempos bajo los conquistadores musulmanes.
Ni tan malvados como dicen hoy unos, ni tan ídolos como dijeron antes otros, los españoles que cruzaron el enorme, ayer y hoy, Atlántico se enfrentaron a peligros y maravillas desconocidos para sus compatriotas.
Vasco Nuñez de Balboa nació en Jerez de los Caballeros en 1514 y como hidalgo de nombre, pero no de bolsa, vio en las Américas la oportunidad de encontrar fama y fortuna.
Lo logró para la Historia, a costa de muchos sacrificios y varias expediciones (su vida se merecería un artículo exclusivo), cuando fue el primer europeo en llegar al Mar del Sur, más tarde rebautizado por Magallanes como Pacífico.
Las envidias y las conspiraciones de la Corte no tenían nada que envidiar a las que se tramaban en el Nuevo Mundo. Entre funcionarios reales, representantes de la Iglesia, aventureros y nobles, las alianzas y los enemigos se tejían y destejían.
Y Vasco Nuñez de Balboa se vio en el punto de mira de una de ellas, siendo acusado de conspirar contra la Corona.
«Mentira, mentira; nunca halló cabida en mí semejante crimen; he servido al Rey como leal, sin pensar sino en acrecentar sus dominios»
Vasco Nuñez de Balboa antes de ser ejecutado por traición en 1519
A Vasco Nuñez de Balboa, a sus gestas y también a la de muchos extremeños que abandonaron estas tierras para explorar otras más misteriosas, está dedicado el Museo Casa Natal Vasco Nuñez, en Jerez de los Caballeros.
Momentos de gloria para la posteridad, momentos de tragedias para la Historia, momentos en que el ser humano dio lo mejor y lo peor de si, la Conquista de América está llena de episodios así, protagonizados por aventureros como el extremeño Vasco Nuñez de Balboa.
Pasear por la explanada, los jardines y las murallas de la Fortaleza Templaria, pasear por las callejuelas blancas y entrar en alguna de las muchas iglesias del pueblo, descubrir la gesta de la Conquista de América en el museo de uno de sus estandartes, todo ello acompañado de paradas para reponer fuerzas con la gastronomía local, son planes más que recomendables para una escapada a Jerez de los Caballeros.
Y si además es durante la celebración del Salón del Jamón de Jerez de los Caballeros, será una excelente oportunidad para probar los mejores productos de un animal del que gustan hasta los andares, el cerdo ibérico